martes, 9 de junio de 2009

Día 6 d.T Outsider


Para llegar hasta la casa de Peter hay que guiarse por el tamaño de los árboles, una roca al lado del camino o, simplemente, confiar en la intuición. Cuando crees que ya has llegado y te encuentras justo debajo del último arbusto que tienes como referencia, ni siquiera entonces es fácil encontrar la casa. Esta escondida en una pequeña pendiente de rocas al lado del mar. Y al lado significa, al lado. Da la impresión de que la casa hubiera llegado corriendo hasta aquí y se hubiera parado al borde del precipicio, justo un paso antes de desmoronarse y caer al océano. Sin duda la casa de alguien que quiere escapar… ¿de qué?

Peter es un abogado criminalista. Defiende a lo peorcito de la sociedad irlandesa: asesinos, traficantes, violadores,... Su razón para defenderlos, la de siempre: alguien tiene que hacerlo. Tiene unos 45 años y el pelo completamente blanco, estirado como púas de un cepillo. Sus ojos azules apenas resaltan en su pálida piel y saben jugar con miradas de suspicacia. Creo que es su sonrisa la que delata un cierto grado de locura en Peter, una sonrisa que no sabes exactamente si tira hacia arriba o hacia abajo. Pero Peter es, como quien dice, un buen hombre.

Vive con dos perros gemelos de catorce años. Uno de ellos tiene principios de Alzheimer y enseña los dientes a todo el que se le acerque a menos de diez centímetros, incluido el propio Peter. El otro anda enamorado del gato. Peter encontró al felino en la carretera medio muerto hace seis meses. Desde entonces hasta hace apenas tres días, el perro no le ha hecho ni puñetero caso, y entonces… zasss!! Flechazo. El perro le sigue a todas partes lamiéndole la cabeza y el gato aguanta como buenamente puede las envestidas de tremenda lengua. No se sabe si por resignación o verdadero sentimiento, el gato se deja querer.

A pesar de tener suficiente dinero para vivir con comodidad, Peter desea pasar el resto de sus días en la más completa de las austeridades. La casa fue un antiguo puesto de salvamento marítimo, abandonada por los fuertes vientos que soplaban del norte, allá por los años ochenta. Lo reformó dejando un pequeño salón con barra americana (la barra son los fogones, el fregadero y la nevera, dispuestos de manera que dividan el salón y parezca que hay cocina). El salón es a su vez un pequeño invernadero con macetas de tomates, uvas, girasoles…, como para quitarle a uno el aliento. Un ventanal separa el salón de la terraza, decorada con una bicicleta estática y unas maravillosas vistas al mar. Una de las grandes aficiones de Peter es contemplar las aletas de los tiburones que de vez en cuando merodean por aquí. La humedad te hiela los huesos.

En la casa hay una sola mesa que utiliza para comer y hacer sus ejercicios de yoga. Hay dos sillas. Una para él y otra para su novia. Ni una más. Tiene dos vasos de vino y dos de agua, para él y para su novia. Ni uno más. Su novia hace dulces de leche y los vende en un mercado en un pequeño pueblo cerca de Bandom. Nada más. Si te invitan a comer no puedes esperar grandes manjares, pero siempre hay dulce de leche como para alimentar a un regimiento.

Para hacer ejercicio Peter ha decidido tener su propio huerto. Como desconoce cuáles son los límites de su tierra (es el único habitante en varios kilómetros a la redonda), se ha puesto a cavar y no sabe exactamente hasta donde llegará. Su parking particular es una pequeña explanada de tierra entre las rocas. Tiene tres coches.

Peter se empeña en dar sentido a su trabajo. Recuerdo la historia de Raskolnikoff en Crimen y Castigo, un joven estudiante que decide asesinar a una anciana que comercia con joyas y se aprovecha de aquellos que tienen que vender hasta sus recuerdos. Para Raskolnikoff, matar a esta anciana no sólo no es un crimen, sino que es un acto de heroicidad. De la misma manera, Peter trata de ver en su defensa un acto de gracia hacia alguien que sin su ayuda estaría desprotegido.

A pesar de todo, intuyo que el contacto casi diario con asesinatos , violaciones y otras tragedias, le han hecho retirarse a esta esquina del mundo y mantenerse alejado de todo lo que tenga que ver con el hombre.

No deja de ser una suposición. Me quedo con lo que debe quedarse uno. Peter es único, y como quien dice, un buen hombre.