jueves, 3 de mayo de 2012

Rumbo contrario



 Tres días de autobús. Cinco fronteras: México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua. Cinco monedas. Cinco gobiernos. Cinco ficciones. 

Veo pasar kilómetros de asfalto a lo largo de una inmensa estepa verde. A derecha e izquierda, los mismos volcanes, la misma piel, la misma realidad.

Nicaragua, 30 de abril de 2012

En México me hablaban de sus pueblos, de allá, de Honduras, donde dejaron a cinco hijos en una escuela sin maestro; de un pueblo guatemalteco donde quedó una madre cavando la misma jodida tierra. Les escuché y traté de imaginar cómo serían esos lugares de los que marchan miles de hombres, mujeres y niños, cargando mochilas de fe.

Ahora, cinco países después, los encuentro en fábricas, haciendo puros que saborearán los directivos de los grandes consorcios extranjeros. Los encuentro en puertos, sumergiéndose a pulmón para pescar langostas que disfrutarán en los restaurantes más lujosos del Caribe. Los encuentro tocando la guitarra bajo el calor tropical, frente a casas de barrios humildes y perros que ladran a la luna.

Lizard toca acordes de su tierra y dedica canciones al chocarrero que vende aguacates por las esquinas; canta al nicaragüense y a los bosques mutilados; se canta a él mismo cuando le detuvieron en México en su camino hacia la pesadilla perfumada del dólar. 

Dentro de la casa, doña Ale recuerda los años de la guerra, cuando el ejército de Somoza enfrentaba a la guerrilla y los muchachos del Frente Sandinista. Recuerda las bombas y a sus hijos pequeños pidiendo agua. Recuerda que está feliz por habernos conocido.

Sentados frente a la casa de doña Ale, al calor de la guitarra y un trago fresco de cerveza, Lizard me dice que ha compuesto una canción a Dios, ese Dios que puede ser el árbol, el chocarrero, o quien sea quien nos dio la vida. Le escucho decir que todo el mundo cree en algo y yo, sin decirlo, pienso que durante mucho tiempo no creí en nada. Ahora le miro y encuentro respuestas fácilmente. 

Sí, sí creo. Creo en gente como él.