¿Y qué es el tacto?, pregunta Pedro Sorela a John Berger, escritor y crítico de arte inglés, hace unos años, cuando Sorela comandaba el barco cultural del diario El País y todavía se hacían entrevistas sustanciosas a escritores de los que es difícil encontrar un solo libro en los grandes centros comerciales de Madrid.
Berger respondió:
"Es lo que ocurre naturalmente cuando dos seres se
aman, en el momento en que se entienden. Las personas se hieren cuando el tacto
ha pasado. El tacto es una forma de meterse cada uno en el espacio del otro:
hay una complicidad, un complot, una especie de conspiración. Juntos desafiamos
la vida".
Recuerdo a Ismael, cuando caminaba cogido de la mano con su
mejor amigo en la sabana de Burkina Fasso. Alguna vez, con la complicidad del
tacto, le contó a su amigo que un día robó pan, porque el hambre era ya
insoportable. Pero el dueño de la tienda le sorprendió, y disparó con su
escopeta dejando rastros de plomo en la cabeza de Ismael, que hoy no puede
levantarse solo y mantener el equilibrio.
Le recuerdo a sus 25 años, caminando con una sonrisa
constante, que era su forma de decir gracias por seguir vivo. Después de él,
vería a otros hombres entrelazados a orillas de ríos secos y lagos de tierra
cuarteada. En lo más profundo del África negra, ellos desafiaban la vida
estrechando sus manos.